sábado, 6 de octubre de 2007

ORGANIZACION SOCIAL DE LAS ABEJAS

ORGANIZACIÓN SOCIAL DE LAS ABEJAS
Las abejas de la miel viven en comunidad, a esta comunidad se le llama
colonia, estando compuesta por los siguientes individuos: reina, obreras
y zánganos, y bajo algunas condiciones especiales pueden aparecer las
llamadas "abejas ponedoras". Estas aparecen, con ánimo de salvar la
colonia, al quedarse esta huérfana y no poder construir las abejas
realeras para dar nueva reina.
Son abejas normales pero que en cierta medida se les desarrolla el
aparato reproductor teniendo la facultad de poner óvulos, pero como
estas abejas no han sido fecundadas, todos los individuos que nacen
darán lugar a zánganos, por lo que la colmena ira decayendo según
vayan muriendo las abejas nodrizas y pecoreadoras, y por lo tanto la
colmena tiene los días contados.
La reina
La reina es el alma de la colmena existiendo, en condiciones de
normalidad, solamente una en cada colonia, siendo la encargada de
poner los huevos y de mantener, con su presencia, el “espíritu” de la
colonia de abejas.
Las reinas, en países con agricultura desarrollada, se pueden comprar ya
fecundadas en centros de selección y criaderos de reinas, en los
cuales han sido seleccionadas, controladas y criadas en las mejores
condiciones.
Mientras no se pueda disponer de ellas lo que se debe hacer es producir
las propias reinas apoyándose en las mejores colonias de la explotación.
Últimamente en España ya están apareciendo algunos apicultores
que están produciendo reinas fecundadas.
Las obreras
Las obreras son las encargadas de hacer el resto de los trabajos tanto
interiores como exteriores de la colmena como ya veremos mas adelante.
Para darnos una idea de que las colmenas están más o menos vigorosas
podemos dar las siguientes cifras:
- Una colonia con menos de 15.000 abejas se la puede considerar
como débil.
- Cuando la colonia tiene de 15.000 a 30.000 abejas lo podemos
conceptuar como medianamente vigorosa.
- Cuando tiene de 30.000 a 50.000 abejas se las puede decir que son
colonias normales.
- Cuando tienen de 50.000 abejas en adelante son colonias muy
vigorosas.
Para tener una idea más clara de lo dicho anteriormente, podemos
decir que 1 Kg. de abejas obreras esta compuesta aproximadamente
de 10.000 individuos.
Los zánganos
Los zánganos desempeñan una misión primordial que es el de fecundar a
las reinas si bien parecen aportar equilibrio y estabilidad a la colonia de la
que forman parte.
El número de zánganos que puede haber en una colmena es muy variable
y puede oscilar grandemente, pudiéndose decir que hay de 200 a 800 o
mas.
Al iniciar la reina la puesta a la salida del invierno prácticamente la
colonia no produce zánganos por ser todavía innecesarios, pero según va
avanzando la estación ésta se va potenciando como consecuencia de la
entrada masiva del néctar, la colonia empieza a criar zánganos, para
cuando llegue el momento de la enjambrazón haya zánganos más que
suficientes, para poder fecundar a las reinas vírgenes que salgan a los
vuelos de fecundación.
Cuando la primavera va pasando y nos vamos metiendo en el verano, las
flores se van agostando y la entrada de néctar a la colmena desciende, las
abejas se encargan de eliminar a gran cantidad de zánganos, bajando su
población, llamándose a este fenómeno "la matanza de zánganos".
Funciones de las abejas obreras
Una vez que hemos descrito la misión de la reina y del zángano en las
colmenas, vamos a ver la función que desarrollan las abejas obreras.
Lo normal es que una abeja obrera, en la época más activa, dure de 4 a 5
semanas, y esto nos hace pensar en el ritmo de puesta que tiene que
mantener la reina en la colmena para que siempre haya nuevas crías que
continúen la vida, aportando con su trabajo los alimentos y cuidados
necesarios.
El apicultor conocedor de esto, debe procurar en todo momento las
condiciones óptimas para que las colmenas se desarrollen normalmente y
den buenos rendimientos.
Según el investigador Karl Von Friesch, las funciones que desarrollan las
obreras a lo largo de su vida y según su edad las podemos dividir en tres
etapas.
Primera etapa (1 a 10 días)
Limpieza de panales y celdillas
Nada más nacer las abejas, emplean las primeras horas
en limpiarse, se endurece la quitina que la recubre todo
su cuerpo y se orienta en los panales, busca alimento.
Orientadas en los panales se dedican a la limpieza de las
celdillas, dejándolas en perfectas condiciones para que la
reina realice la puesta.
Cuidado del pollo
Las abejas nodrizas alimentan a las crías con jalea real, ya que en esta
etapa es cuando tienen más desarrolladas las glándulas hipofaringeas
que son las encargadas de producir este alimento
junto con las mandibulares, papilla de un color
blanco lechoso que depositan las abejas en el fondo
de las celdillas.
Existen diferencias cualitativas y cuantitativas en la
jalea real que es suministrada a la reina a las abejas
y a los zánganos.
En este mismo periodo alimentan a las larvas en sus tres últimos días
antes de ser operculadas con una mezcla que realizan con el polen y la
miel.
El cuidado de la cría exige gran trabajo, ya que para criar una sola larva,
la celdilla en que ésta se halla recibe un número importante de visitas
realizadas por las abejas que las alimentan, durante los seis días que las
larvas se encuentran abiertas, una vez cerradas ya no son alimentadas
realizándose la metamorfosis hasta el nacimiento de los diferentes
individuos de la colonia.
Segunda etapa (10 a 21 días)
Las abejas obreras son las únicas que pueden segregar cera, para ello
poseen ocho glándulas cereras situadas en la parte interna de las
esternitas o placas ventrales de los segmentos del abdomen. En este
periodo se atrofian las glándulas productoras de jalea real
Abejas constructoras o cereras
Durante las tareas de construcción, las abejas cereras, permanecen
enganchadas por las patas unas con otras formando largas cadenas, a las
que se denominan "cadenas de cera".
La secreción se produce cuando la temperatura alcanzada por las abejas
en el interior de la colmena es de 35º o
36º. La cera fluida durante su secreción
se moldea sobre los llamados espejos de
la cera. La parte dura del anillo superior
la prensa y la aplasta en forma de
escamas que se solidifican y sobresalen
entre los segmentos.
Con ayuda de una de sus patas posteriores, la cual tiene en el extremo
una especie de garfio o uña arrancan la escama y la lleva a las
mandíbulas donde la abeja la moldea.
Estas escamas de cera son las que emplean para la construcción de
panales o bien para opercular las celdillas repletas de miel ya madura.
Cada escama pesa aproximadamente 0.0008 grs (1.250. 000 escamas
por kg de cera).
Por otra parte algunos autores estiman que para producir la secreción de 1
kg de cera necesitan consumir aproximadamente las abejas de 7 a 12 kg.
de miel.
Estas consideraciones tenemos que tenerlas en cuenta para dar su valor
real a los cuadros, sobre todo de las alzas, de cera estirada.
Abejas receptoras
En este periodo se encuentran también las abejas receptoras que son
las encargadas de recibir el néctar de las pecoreadoras que llegan a la
colmena, que contiene de un alto grado de humedad. El néctar que trae
la pecoreadora en el buche, lo regurgita pasándolo a otra abeja
receptora, haciendo esta operación varias veces entre estas abejas;
durante este proceso el néctar va perdiendo humedad y la abeja que lo
recibe segrega enzimas que van desdoblando los azúcares y
transformándolos en miel, después de estas operaciones las abejas lo
almacenan en las celdillas, pero todavía
esta miel contiene un exceso de
humedad, que la tiene que perder, por
medio de unas corrientes de aire que
producen las abejas ventiladoras, a esta
operación se le llama proceso de
maduración, y cuando la humedad es
suficientemente baja para que no
fermente, las abejas operculan la celdilla.
En este mismo periodo otras abejas se encargan de apisonar el polen
que traen las abejas pecoreadoras en sus cestillas del
polen, que las desprenden con ayuda de una de sus
patas posteriores depositándolas en las celdillas,
entonces las abejas receptoras se encargan de
apisonarlo, con ayuda de la cabeza, para expulsar el aire
que puede quedar entre la masa de polen, y
posteriormente recubren estas celdillas con una ligera
capa de miel para su mejor conservación.
Estas celdillas en las que almacenan el polen suelen tener diferentes
coloraciones, debido a la flor que han visitado; estas celdillas no las llenan
completamente.
Abejas limpiadoras o sanitarias
Son también abejas que se encuentran en el segundo periodo, siendo las
encargadas de la limpieza de la colmena como arreglo de panales
deteriorados, retirada de abejas muertas, larvas muertas, pequeños
insectos y otros restos. Todos estos desechos los sitúan cerca de la
piquera, recogiéndolos entre sus patas las abejas
pecoreadoras cuando salen de la colmena,
desprendiéndolo en vuelo lejos de la misma para evitar
futuros problemas.
También estas abejas se dedican a la limpieza de otras
abejas con sus patas, de polvo, polen y otras impurezas
que pueden tener en su cuerpo.
Abejas de vigilancia o guardianas
Se encuentran también el segundo etapa de 10 a 21 días; la misión de
estas abejas es hacer guardia en la piquera, patrullando un área en
particular de la tabla de vuelo, examinando e
identificando a todas las abejas que entran en la
colmena.
Estos "exámenes" duran entre uno y tres segundos
poniéndose en contacto con ellas a través de las
antenas, reconociéndolas por el olor característico de su
colmena, dejándolas pasar sin mayores problemas; por
el contrario cuando son abejas que proceden de otra
colonia, salvo si viene “cargadas” con alimento, entablan lucha con las
invasoras hasta expulsarlas, llegándolas a matar si siguen insistiendo en
entrar.
En la tercera etapa de los 21 días hasta la muerte
En este periodo se atrofian las glándulas cereras, y las abejas se
convierten en abejas que realizan su trabajo en el exterior.
Abejas pecoreadoras
Son abejas que se encuentran en la tercera y última etapa, habiendo
terminado todas las faenas en el interior de la colmena,
estas abejas se convierten en pecoreadoras o sea
trabajos como son la recolección de néctar, polen, agua
y propóleos.
El primer día que salen de la colmena estas abejas dan
unos vuelos de orientación alrededor de la colmena
para situar la posición de la misma cuando regresan de la pecorea.
La vida en esta tercera etapa es relativamente corta sobre todo en los
meses de primavera y verano, siendo solamente de 25 o 30 días, debido
a la gran actividad y trabajo que están realizando. Por el
contrario las que nacen al final del verano tienen una vida
más larga, debido al poco desgaste que tienen, al salir
muy poco de la colmena, estas suelen durar hasta los
primeros vuelos que hacen al iniciarse la actividad pasado
el invierno.
Para darnos una idea del trabajo tan agotador que realiza
una pecoreadora acopiadora de néctar en plena actividad, esta tiene que
visitar de 700 a 1500 flores para llenar su buche de néctar, realizando
esta actividad una serie de veces al día, acarreando en cada viaje en su
buche unos 30 mg. de néctar.
Las abejas pecoreadoras, aportarán el polen necesario para ir alimentando
las larvas, en ocasiones algunas colmenas almacenan mayor cantidad de
polen del que pueden necesitar, quedando como reservas en los panales
Los propóleos los irán trayendo según las necesidades de la colmena,
empleándolos para ir tapando grietas, ventilaciones innecesarias, pegar los
cuadros en el interior de la colmena, para que estos queden bien sujetos,
también emplean para recubrir o embalsamar
algún que otro individuo que pueda introducirse
en la colmena, y una vez que lo matan, no
pudiendo sacarlo por su excesivo peso lo
recubren completamente con una ligera capa de
propóleos, para evitar su descomposición y no
producirse olores en el interior de la colmena.
También se produce un aporte de agua que es realizado por abejas
pecoreadoras que es demandado en cantidad diferente, atendiendo a la
estación meteorológica y al estado fisiológico de las abejas.
Este aporte de agua compensa las pérdidas ocasionadas y tiene distintas
utilidades: aporte de un alimento acuoso, mantenimiento del grado de
humedad en la zona de cría, mantenimiento del equilibrio humedad –
temperatura en el interior de la colmena, etc.
Jesús Llorente Martínez
Dr. Veterinario

CICLO BIOLOGICO







ANATOMIA DE LAS ABEJAS


ANATOMÍA EXTERNA
INTRODUCCIÓN
La morfología (Anatomía) externa e interna de la abeja mellifera se
corresponde esencialmente con la de los demás insectos. Lo mismo
puede decirse de la fisiología (funciones vitales). No obstante existen
diferencias que es preciso indicar para una mejor comprensión de su
etología (comportamiento).
Lógicamente las peculiaridades anatómicas y las funciones vitales
están interrelacionadas.






ANATOMÍA EXTERNA DE LA ABEJA
La abeja pertenece al reino animal, y dentro de él, al tipo de los
artrópodos (patas articuladas), a la clase insectos himenópteros (alas
membranosas) y familia de los ápidos.
El cuerpo de la abeja de la miel se divide en cabeza, tórax y
abdomen, partes que
están unidas y se
mueven entre sí. El
esqueleto externo
(exoesqueleto)
compuesto de quitina,
que da al insecto la
necesaria estabilidad,
protege las tres grandes
partes en que se divide el
cuerpo de la abeja; en
las dos primeras
formando cajas rígidas y
en la última de forma
extensible.
El exoesqueleto, que tiene la particularidad diferencial con los
vertebrados de ser externo y por lo tanto limita definitivamente el
crecimiento, aloja en su interior los órganos blandos, al revés de los
animales superiores, donde los órganos blandos cubren el esqueleto.
Se halla constituido por la cutícula que la forman dos capas: una
exterior muy dura (exocutícula) y otra interior (endocutícula).
Interiormente, el exoesqueleto se halla recubierto por la membrana
basal, donde se insertan los músculos.
CABEZA
La cabeza, caja quitinosa, que tiene forma de triángulo invertido,
alberga el órgano de la visión (ojos simples y ojos compuestos), las
antenas y el aparato bucal. Se encuentra unida al tórax por un cuello
angosto y membranoso.
La cabeza está formada por seis
escleritos íntimamente soldados entre
sí.
Los ojos simples u ocelos, en número
de tres, están situados en la parte
superior de la cabeza, entre los ojos
compuestos, están recubiertos de
pelos táctiles y tienen estructura muy
sencilla.
Con ellos puede ver la abeja a corta
distancia, y en condiciones de casi
oscuridad en el interior de la
colmena. Se ha constatado que son
órganos sensibles a la intensidad de
luz y son utilizados como fotómetros,
determinando el principio y fin de la jornada laboral.
Los dos ojos compuestos están formados por numerosas facetas
hexagonales y cada uno de ellos por miles de ojos simples (3.000
en la reina, 6.000 en la obrera y 13.000 en el zángano). La forma de
las facetas hace pensar en el tipo de construcción de los panales.
La visión de los colores varía con respecto a la visión humana. Tienen
más agudeza visual en el lado ultravioleta del espectro. En el lado del
rojo se muestran prácticamente ciegas. Ven muy bien el color azul,
amarillo, verde-azulado y ultravioleta.
El color rojo lo ven como si fuera negro y dentro del amarillo
confunden el naranja y el verde amarillento como si fueran amarillos.
La agudeza visual es inferior a la del hombre, pero a igualdad de
tiempo, el ojo de la abeja percibe 10 veces más imágenes.
Recibe la luz polarizada, o sea, la luz en la cual los rayos vibran en un
solo plano.
Las dos antenas emergen del centro de la cara, encontrándose muy
próximas entre sí articulándose con la cabeza por medio de una
membrana.
La antena está formada por una parte rígida (escapo) y otra flexible
(flagelo) que está dividida en segmentos
(artejos). La porción que viene a continuación
del "escapo" se llama pedúnculo o pedicelo, es
un artejo que también forma parte del flagelo.
El número de artejos es de 12 en la reina y
obrera y de 13 en el zángano.
Las antenas poseen numerosos órganos
sensoriales, en forma pilosa y en placas o
poros, en número de 3.000, por antena en la
reina, de 3.600 a 6.000 en la obrera y unos
30.000 en el zángano, que son los
responsables del tacto, oído y olfato.
Los pelos u órganos pilosos son órganos del
tacto y recubren la mayor parte de la antena, y las placas o poros
tienen forma de embudo y sirven para el olfato.
Si hacemos un corte transversal de la antena, y la observamos al
microscopio veremos en su interior una red de nervios muy
manifiestos que sirven como aparato receptor y transmisor de
sensaciones.
TÓRAX
En el tórax es donde se encuentra al aparato locomotor, estando
constituido por tres segmentos o
anillos, que reciben los siguientes
nombres de adelante atrás: Protorax,
Mesotórax y Metatórax y un pequeño
segmento adicional llamado propodeo.
En cada segmento lleva un par de
patas, y en el segundo y tercero
llevan cada uno un par de alas
membranosas. También disponen de
espiráculos (orificios), por donde entra
el aire para la oxigenación del tórax.
Al tórax también se le llama "corselete" y en su parte superior dorsal
es donde se marcan las reinas, con el color del año correspondiente
según el código internacional de colores, para identificar el año de su
nacimiento.
Como ya hemos visto anteriormente las abejas tienen tres pares de
patas, y éstas para que puedan tener movimientos se dividen en
nueve piezas llamadas artejos, dos cortos el primero de los cuales se
encuentra unido al cuerpo, tres largos (el fémur, la tibia y el tarso),
estando constituido este último por cuatro piezas.
El primer par de patas se encuentra situado en el protórax, y tienen
una serie de dispositivos o piezas que las emplean fundamentalmente
para: la limpieza de los ojos, con una especie de cepillo; dos piezas
(vellum y peine o cepillo), ésta última articulada, que se cierra a
voluntad para la limpieza de las antenas.
En el último artejo del tarso tiene dos garfios, que los emplean para
agarrarse a superficies sobre las que quiere caminar, que pueden ser
lisas o rugosas, y también
para agarrarse a otras
abejas, formando la
llamada cadena de la
cera, o cuando enjambran
al formar la clásica bola o
enjambre.
El segundo par de patas
se encuentran situadas en
el mesotórax y no tienen
ninguna característica especial.
En esta parte del tórax se abre el primer par de estigmas
(espiráculos), de gran importancia en el diagnóstico de la enfermedad
denominada Acarapisosis.
Estas patas llevan en el extremo del tarso un garfio o espolón que
emplean para desprender las pelotas de polen, que llevan en las
“cestillas” del tercer par de patas.
Una especie de cepillo, la emplean para la limpieza de las alas.
El tercer par de patas se encuentran situadas en el metatórax y son
las más grandes.
Estas patas tienen los dispositivos para almacenar el polen y
propóleos, llamadas corbículas o “cestillos” del polen, que se
encuentran en la parte exterior de la
tibia, estos cestillos tienen unos pelos
fuertes y algo curvados, lo que les
permite retener el polen o propóleos
recogidos de las flores o de los brotes
que visitan las abejas, después de ser
amasado con las mandíbulas.
Los “cestillos” del polen solamente los
tienen las obreras, por el contrario las
reinas y zánganos carecen de ellos por
no necesitarlos.
En este tercer par tienen otro
dispositivo, que lo emplean a modo de pinza para recoger las
laminillas de cera elaboradas en las glándulas cereras y
posteriormente pasarlas a las mandíbulas para su amasado y
posterior construcción de panales.
Las alas se encuentran en el tórax, las dos primeras más grandes se
insertan en el metatórax y las otras dos más pequeñas en el
mesotórax.
Estos dos pares de alas están formadas por una membrana muy
delgada y transparente y reforzada por una red de nervaduras
quitinosas, que al mismo tiempo permiten el riego de la hemolinfa
(sangre de la abeja) y el
aporte de oxígeno.
Poseen nervaduras convexas
y nervaduras cóncavas y
tienen, en una zona
determinada, una disposición
y medida (índice cubital) que
sirve para clasificar las
diferentes razas de abejas.
Cuando la abeja hace vuelos
largos une las dos alas por
medio de unos garfios o
ganchos para formar una sola ala grande que hace que el vuelo sea
mucho más veloz.
Por el contrario cuando hace vuelos de precisión para visitar las flores
y recoger el néctar o polen estas las desenganchan y pueden
quedarse quietas en el aire como las libélulas.
EL ABDOMEN
El abdomen se compone de 9 segmentos, pero solo son visibles 6 en
las hembras y 7 en los machos. Los segmentos abdominales poseen
dos placas cada uno, llamándose a los dorsales "tergitas" y a los
ventrales "esternitas", estando unidos éstos por membranas flexibles,
lo que les permite una gran variedad de movimientos, como alargarse
o acortarse y también curvarse en cualquier dirección.
Las membranas intersegmentarias de las esternitas, de débil
consistencia, son perforadas por
Varroa destructor para
alimentarse con la hemolinfa de
la abeja.






En cada tergita tienen un
pequeño agujero que son los
estigmas o espiráculos, por donde
entra el aire en el interior del
insecto.
El abdomen se encuentra
recubierto de pelos, y según su
longitud y coloración de los
segmentos son índices que también se emplean para la identificación
de las diferentes razas de abejas.
En el abdomen nos encontramos con: las glándulas cereras, glándula
de Nosanoff y aparato de defensa.